sábado, 19 de noviembre de 2011

1) Curso ELE del Instituto Cervantes: Lenguaje y Comunicación. Módulo Introductorio

Esta semana hemos terminado con el módulo introductorio del curso de Lengua y Comunicación que actualmente se está llevando a cabo en la plataforma virtual docente de esta institución, y que comenzamos hace 10 días. En la primera actividad grupal, además de saludarnos, los alumnos pusimos en común diferentes experiencias vividas que implicaban una interferencia comunicativa que hayamos vivido personalmente en un contexto ajeno. La actividad ha sido la mejor toma de contacto para introducirnos en el módulo 1, donde de esta interferencia comunicativa se puede conocer con profundidad los elementos que tienen lugar en el acto comunicativo, las representaciones mentales y la interpretación que hace el destinatario por inferencia en este proceso.


En este foro, comentaba algunas anécdotas sobre el año que pasé en Florencia como estudiante Erasmus. En el mismo, decía que cuando vamos a un país extranjero, llevamos en la maleta nuestros pensamientos sobre lo que esperamos encontrar allí. Los españoles solemos pensar en Italia como un país rico en cultura gastronómica y artística, de gente amable, expresiva, abierta hasta el punto de envolverte en el diálogo con el uso del lenguaje corporal. La realidad puede ser totalmente distinta en función de la zona a la que vayas. Si te vas al norte, la cultura tiende a ser algo más centroeuropea, por lo que seguro que encuentras a personas más frías, distantes y reservadas en comparación con el sur, de una cultura mucho más mediterránea. Florencia está en medio del país, a caballo entre la numerosa población local con el 'chip' del norte, y la gran cantidad de gente del sur que ejerce el contraste expresivo. El tercer habitante es el turista, que permanece alienado en este choque norte-sur.


De no conocer mi origen, yo, como español y canario, hubiera pasado para la gente de esta bella ciudad por un habitante que se expresa como si fuera del sur y se comporta como si se hubiera adaptado al modo de vida del norte. A mí me resultaba imposible llegar a ser tan expresivo como el típico ciudadano del sur de Italia y tan reservado como uno del norte. En medio de las dos aguas, los primeros días me costó mucho tener un concepto claro del comportamiento del italiano medio. Mientras que, por ejemplo, no puedes saludar con un beso a las chicas cuando te presentas la primera vez, no te debe sorprender si un chico le da un beso a otro cuando se despide (sobre todo si entre ellos hay una relación de amistad profunda y son del sur). Del modo de hablar, por ejemplo, me sorprendió que no usaran más palabras que nosotros por frase, más bien reconocía que necesitaban menos para expresar lo que querían, pero que, por otro lado, solían enfatizar más con el tono los sentimientos y los deseos. Mi primera idea del italiano fue la de un idioma que enfatiza para convencer, como cuando, de pequeño, tus padres te cuentan un cuento antes de acostarte y consiguen envolverte en él modulando el tono y enfatizando las expresiones más importantes. Las palabras son como los ingredientes de la pasta y la pizza, no usan tantos como nosotros pensamos, de hecho la pizza italiana suele llevar uno o dos ingredientes como máximo (al contrario de la americana), pero el sabor es más intenso, es decir, son de pocas palabras pero les gusta saborearlas intensamente jeje. Luego uno se va acostumbrando a hablar usando la función fática con frecuencia, a acompañar sus palabras con los movimientos circulares de una mano que junta sus dedos, como si quisiera sintetizar la idea principal de lo que dice mientras se arquean las cejas y se abren los ojos totalmente al final de cada frase. Por otro lado, tengo que aclarar que me rodeé de italianos del sur en Florencia, de ahí que los italianos de la zona y del norte me acabaron viendo a mí, un español que no tenía mucho que ver con la montera y el flamenco, como si fuera un italiano del sur más, un italiano que se acerca más al estereotipo internacional con el que se les asocia, de como ellos, al ser habitantes del norte, se caracterizan.

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