Pareciera que toda la música que últimamente escuchan los oídos del director y productor bilbaíno Alex de la Iglesia ha quedado confundida en una maraña de dimes y diretes sobre la ley Sinde y los acontecimientos ocurridos a partir de la misma, tanto en la sociedad, como en el seno de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, reduciéndose dicha música apenas a unas notas átonas y desafinadas de lo que podría ser una balada triste de trompeta, tal como reza el título del último trabajo del cineasta. El último varapalo en relación a todo esto, ha cogido forma en lo que muchos apuntan a un plantón que la propia academia ha tenido con el cineasta y su obra en la última edición de los premios Goya, pues apenas comprendemos como Balada Triste de Trompeta, que era la gran favorita al contar con 15 nominaciones, haya obtenido, finalmente, sólo dos premios.En toda esta vorágine institucional, el cineasta ha preferido sacar a flote los ideales con los que afronta su profesión en el medio, para pedir su dimisión tras el acuerdo político que ha llevado al parlamento a aprobar, en última instancia, tal controvertida ley. Y así nos lo ha hecho saber en la plataforma en la que el director y productor ha podido sentir el abrazo del público, al que el cineasta considera el agente más importante para la existencia de la academia a la que representaba. En esta red social, de la Iglesia ha abierto la caja de los truenos, generando una polémica que ha alcanzado un carácter internacional, y en donde ha encontrado una tribuna particular en donde reflexionar sobre todo lo que, fugazmente, iba aconteciendo y desarrollándose en la calle, en los despachos o en los mass media. En Twitter, el productor ha podido establecer un contacto asiduo con otros cineastas, con colectivos que se posicionaban en contra de la ley actual que legisla los derechos de autor, con empresarios, con otros medios, y, en general, con todos los que le han mostrado su apoyo y afecto desde sus tribunas anónimas. Alex de la Iglesia ha utilizado Twitter mostrándose como no podría hacerlo ni en los despachos, ni delante de las cámaras, incluso como no pudo llegar a hacerlo en el discurso que ofreció en la ceremonia que festejaba los 25 años, mostrando la misma naturalidad con la que reflexionaba de asuntos privados en otros tweets de un carácter más personal o familiar que profesional.
En los momentos en los que la cuerda informativa sobre este asunto ha permanecido más tensa en los medios tradicionales, cuando encontrábamos a la ministra de cultura afirmar que se había generado un antagonismo entre el mundo de la cultura y el de la tecnología, los comentarios de Alex de la Iglesia en Twitter sirvieron para exprimir al máximo la faceta irónica del productor y director, esa que utilizaba en su época de historietista, mezclándose con un meditado análisis con el que de la Iglesia ha podido hablar sin cortapisas cuando, por ejemplo, afirmaba en un tweet, textualmente, que “lo hemos intentado, y no ha habido respuesta. Cero. Han pactado una ley que no conviene a nadie”, mostrándonos que tras el púlpito desde el que un director de la academia de cine habla, puede haber una persona cercana, que utiliza internet como lo hacemos el resto de los mortales, a pesar de que con ello, se deban de abrir las puertas del infierno que custodia el sistema, ése que nos coloca una nariz de payaso a todos, y que obliga a que una persona competente deba de dimitir de su cargo por ello.
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